En la mayoría de los casos, es la familia la primera que suele detectar que su hijo o hija tiene unas capacidades superiores a las que le correspondería por su edad.
Por lo tanto, una vez que padres y madres identifican estas capacidades y se las comunican al centro educativo, éste es el que, junto con el orientador del centro, valora la conveniencia de realizar una evaluación psicopedagógica para determinar si es un alumno con altas capacidades intelectuales o no, y si es un alumno con necesidad específica de apoyo educativo.
Es importante que se establezca una respuesta educativa adecuada a sus necesidades, y que si no fuera así podría desembocar en situaciones de falta de motivación, frustración, posibles problemas de conducta, etc., lo que podría generar problemas escolares e, incluso, en fracaso escolar.